
Wangari Muta Maathai ganó el Premio Nobel en 2004 tras una vida de lucha, defensa y movimiento en favor de la naturaleza. La keniata germinó bosques de conciencias, que cambiaron su entorno. Se propuso pelear contra el calentamiento global y rescatar al mundo de su inminente decadencia.
“Maathai se convirtió en enemiga del sistema, desde que, en 1977, sembró siete árboles en su jardín y, con ello, la semilla del Green Belt Movement”, comenta Hiroshi Takahashi, en la entrevista que le realizó a la primera mujer africana en ser galardonada con el Premio Nobel de la Paz, publicada por La Revista, el 28 de febrero de 2005.
Además de su enemistad con diferentes gobiernos y de sus constantes visitas a la cárcel, Muta Maathai buscó la manera de situar a la mujer africana en igualdad de condiciones que los hombres y también abogó por la justa democratización de los derechos humanos.
Takahashi describe que, “El comité noruego retó al mundo al otorgarle el Premio Nobel, dice Wangari, porque amplía el significado de paz: no puede existir paz sin desarrollo sustentable, y no puede haber desarrollo sin una mejor administración de la tierra y sin espacios democráticos”.
El Movimiento del Cinturón Verde de Wangari Maathai no sólo ha evitado la erosión del suelo keniano a través de sus más de 30 millones de árboles plantados, sino que por medio de la lucha ambiental mejoró la calidad de vida de los kenianos.
La Mujer Árbol, como le dicen a la Nobel de la Paz, logró despertar la esencia del ser humano. A través de su activismo estimuló el alma de los individuos y los condujo al renacimiento de su ser. La naturaleza es la madre de la vida y las personas forman parte de ella, pero se han dado la tarea de descuidarla y destruirla, muchas veces inconcientemente y otras tantas, por desgracia, a drede.
La revolución ecológica de Maathai es importante por su lucha en contra del cambio climático y sus terribles consecuencias, y sobre todo por que pone en entredicho el papel de las grandes fábricas y corporativos que deterioran el ambiente y se preocupan únicamente por sus ganancias, deshumanizando la vida.