El Laberinto es aquella terquedad infinita. El Laberinto significa incertidumbre.
Es
un camino de sobresaltos, de vaivenes que secuestran la verdad. El Laberinto
es necio,no olvida, nada pasa desapercibido. Es un enredo que desenreda.
El Laberinto de la Terquedad, es la manera más necia de llegar a la verdad.
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jueves, 17 de septiembre de 2009

Desde Chiapas: un recuerdo, un enojo y un saludo


Estimados lectores, colegas, compañeros, profesora: Los saludo desde San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, mi hogar. Aquí nací, aquí crecí, de aquí soy. Viví en una casa ubicada en la calle Brasil, del Barrio de Mexicanos que, extrañamente, era compuesto por calles de nombres de países latinoamericanos. Y desde unas cuadras más lejos, les escribo.
La cuestión no es contarles aquí toda mi historia, mis sentimientos, mis más entrañables recuerdos; sino hablarles de un enojo muy particular, que me aqueja en estos momentos. Resulta que por motivos ajenos a la fortuna, tuvimos que rentar la casa en la que vivimos durante quince años; hogar que construyó mi madre, a base de esfuerzo, dedicación y… suerte.
Luego de dos años de arrendamiento a unos guatemaltecos, llegaron unos italianos que parecían amables y sensatos. El tiempo nos relató todo lo contrario, y es de donde surge el punto de este relato, de esta furia y rabieta.
Caminando por la calle, en el Andador Turístico, que va de la plaza de Santo Domingo al cerrito del Carmen, me topé con el restaurante La Paloma. El lugar es manejado por unos amigos, y tiene, a su vez, una galería de arte que expone y vende obras características de Chiapas y de la dueña. Fue, en su momento (allá por el año de 1529), la residencia del conquistador Diego de Mazariegos. Colonizador, que fundó la provincia, nombrándola Villa Real de Chiapa. Más tarde adoptaría otros nombres como Villa Viciosa, Villa de San Cristóbal, Ciudad Real y por último, San Cristóbal de Las Casas, en honor a Fray Bartolomé, el redentor de los indios, según cuentan.
En fin, luego de toda la reflexión que me produjo La Paloma, probablemente porque estoy leyendo el libro de Eduardo Galeano, Memoria del Fuego, y que habla, entre otras cosas, del Viejo Nuevo Mundo y la colonización, cristianización y subyugación de América; caí en cuenta de que enfrente de mí, estaban los famosos italianos que rentaron mi casa.
En su momento, a los señores se les ocurrió cortar unos cuantos árboles frutales, quemar basura en el lugar de la composta, y volver mi casa, un hostal: Lagrigua, bed & breakfast. Hotelito del que nos enteramos por internet, y del cual vivían, pagaban la renta y ahorraban excedentes.
Me sentí como burlado, explotado… claro que a su debido nivel. El chiste, es que llegaron unos europeos, que no hablaban mi idioma y que se aprovecharon de los recursos ajenos, para satisfacer sus ambiciones y pretensiones. Al final de cuentas, se fueron y llevaron un buen botín.
Entré al restaurante y comenzamos a discutir. Cada quién hablando a su estilo, a su respectivo idioma. Logré entender algunos de los insultos que me propinaron, sin duda ellos hicieron lo propio. Pienso que ni siquiera Cinco mil años de palabras serán suficientes para describir lo que nos comunicamos en la casa de don Diego. Frustrado, me salí del restaurante y comencé a escribir...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no me sabía esa historia y ahorita me da mucha risa, ni cinco mil años de palabras describen lo que se dijeron en la casa de Don Diego?.. jajajaja.. bueno, historias que contará nuestra casa y que seguirá contando aunque un día no sea de nosotros.. te quiero
Cecilia

El Necio dijo...

Así es alicíta. Todo derivado en la conjunción de la lengua, de nuestras herencias y formas de interpretar lo que hoy tenemos como palabra.
Y sí, yo me la pasé muy muy bien. Que se repita, pronto.
Te quiero mucho, mando besos y abrazos.
Ciao