
Al final de las Ramblas, llegando a las orillas del Mediterráneo, está una estatua de Cristóbal Colón, que ve al horizonte y apunta con el dedo hacia el ahora viejo “Nuevo Mundo”. Un turista le toma fotos, capta el momento, mide la luz, calcula el enfoque. Sube al monumento y llega a la cima. Debajo de éste, reposa la ciudad más importante para el pueblo catalán.
El turista, Barcelona y el mundo entero, se vuelven testigos del señalamiento de Colón. El dedo acusa, dirige y observa desde lejos la manera en que se efectuó el saqueo al continente americano, en cómo se cambiaron las costumbres, se modificaron las creencias.
El dedo señala y recuerda parte de la historia del saqueo, del período inestable que se vivió justo después del triunfo español sobre el indio. Cómo oprimieron a los pueblos y jugaron con el poder aquellos que se decían superiores. Reflexivo, el turista ve el nacionalismo catalán. “Més que un poble”, se alcanza a leer a lo lejos una manta que cuelga del Camp Nou, estadio del Barcelona.
Con ánimo aventurero, desciende de Colón y vuelve a las Ramblas, andador más visitado en el mundo. Decide sentarse. A su lado, está un señor de unos setenta años, calvo, que tiene en las manos un libro rojo con negro y, en las piernas, un violonchelo hermoso.
- Galeano, ¿No es así? – Le dice el visitante al señor. – Yo justamente estaba leyendo el de Memoria del Fuego. Qué increíble la historia de opresión. – El señor sólo asiente. - Es triste ver cómo un pueblo como éste, se haya aprovechado de la inocencia de los latinos.
Molesto, el señor interrumpe al turista:
- Latinoamericanos. – corrige. – Y en todo caso sería toda América, en general. Pero además, si usted se refiere al pueblo catalán como opresor de los indios, me parece que dista mucho de la realidad.
El señor de unos setenta años le cuenta al visitante, que Catalunya nunca participó en la conquista de América. Le precisa que, de hecho, en el momento en que se produce la imposición de España, Portugal y compañía, sobre los indios, los catalanes luchaban por su autonomía, llegando a ser lo que son hoy, una Comunidad Autónoma, pero que sigue buscando su total independencia.
Boquiabierto, el turista nada más asiente mientras el señor continúa con su discurso:
- De hecho, y tengo que remitirme a los datos duros, fue en los años de 1640, 1714 y 1936, cuando más fuerte se manifestó el deseo independentista. Se calmaron, los tres, con las intervenciones del jefe español en turno: Fernando IV, Felipe V y Francisco Franco.
Entonces, el señor que estaba leyendo a Galeano, se incorpora y se despide, pero antes se presenta: - Me llamo Carlos Prieto, y hoy tocaré en L’Auditori. Lo invito, pero antes, será mejor si le da un vistazo a la historia de la lengua catalana, que también es fascinante. Deberá hacerlo, si quiere entender lo que ocurrirá esta noche.- Prieto se va y el turista se queda perplejo, atónito. De su mochila, saca un libro grande, con símbolos extraños: Cinco mil años de palabras, de Carlos Prieto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario