El Laberinto es aquella terquedad infinita. El Laberinto significa incertidumbre.
Es
un camino de sobresaltos, de vaivenes que secuestran la verdad. El Laberinto
es necio,no olvida, nada pasa desapercibido. Es un enredo que desenreda.
El Laberinto de la Terquedad, es la manera más necia de llegar a la verdad.
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miércoles, 8 de abril de 2009

Hollywood en Latinoamérica


En el segundo capítulo de su libro, Aires de familia, Carlos Monsiváis relata la estrecha relación que existe entre el cine latinoamericano y el hollywoodense. Describe la influencia de las superproducciones, estrellas y efectos especiales en la cultura. Un choque de identidades que simplemente se desliza en las tradiciones de los pueblos del continente americano, que sin mayor crítica, copian patrones y se identifican con experiencias ajenas.
South of the border, down Mexico’s way , forma parte del ensayo que le valió a Monsiváis, en el 2000, el Premio Anagrama de la categoría. El conjunto de siete capítulos que compone Aires de familia, atiende diferentes conceptos como: popular, cultura o democracia, y los actualiza a través de un siglo de interpretaciones.
El coleccionista, escritor, periodista, cronista e historiador, Carlos Monsiváis, observa al cine como fenómeno social, industria y discurso, que ha sido empleado sin el cuidado de verificar su trascendencia cultural. El cine no es para todo tipo de clases. Si bien cualquiera puede ver una película, el mensaje siempre dependerá del marco de referencia de las personas, sumando diferentes conocimientos y sensaciones que se vivan en el momento.
South of the border, down Mexico’s way (Al sur de la frontera, en el camino de México) analiza el nacimiento del cine, contraponiéndose al teatro, la ópera e inmortalizándose dentro de la conciencia humana.
Al ensayo de Monsiváis, le rondan el Ariel de Rodó o La civilización del espectáculo de Vargas Llosa. El capítulo, en particular, dispara constantemente contra la dependencia que existe entre Hollywood y la cultura latinoamericana. Desde idolatrar a personas de carne y hueso, que adoptan diferentes actitudes (ajenas a su realidad), hasta copiar patrones de conducta o apariencia.
Ese acogimiento que se ha plasmado en las “gringadas” que salen cada viernes, no sólo derribó al cine mexicano, en esencia, sino que instauró también un patrón de producción similar al californiano.

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