El Laberinto es aquella terquedad infinita. El Laberinto significa incertidumbre.
Es
un camino de sobresaltos, de vaivenes que secuestran la verdad. El Laberinto
es necio,no olvida, nada pasa desapercibido. Es un enredo que desenreda.
El Laberinto de la Terquedad, es la manera más necia de llegar a la verdad.
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martes, 21 de abril de 2009

Figuras que posan para el escritor


Ahí está Emiliano Zapata. Parado, erguido cual hombre fuerte y mira al frente. Los bigotes bien afinados, las balas le cuelgan del pecho y parece que intenta una sonrisa. Sostiene a su fusil como si fuera algo más que un arma, como si en verdad se tratara de la llave que abre la puerta de la libertad.
Zapata sigue viendo al frente y, con esa mirada penetrante que logró captar la lente del fotógrafo, observa lo que hay del otro lado del cartoncillo. Primero ve a Carlos Monsiváis: el multipremiado escritor, cronista, historiador y periodista, está en su mesa de trabajo y no para de moverse. Escribe, se ríe, analiza y de momento deja la pluma, se va.
Entonces Emiliano sale de la fotografía, salta hasta el escritorio y cae enfrente de lo que escribía Monsiváis. Lee atentamente: Pero, ¿Hubo alguna vez once mil héroes?, ¿si desenvainas por qué no posas de una vez para el escultor? –Vaya ironía – piensa inmediatamente Zapata.
¿Será el nuevo libro de Carlos?, se pregunta. Sigue viendo las hojas y entiende que el texto forma parte del ensayo que escribió nueve años atrás, Aires de familia, y que le valió el premio Anagrama de la categoría,.En fin, Zapata, quien estaba en cuclillas, se incorpora y sigue observando. No es la primera vez que lo hace cuando Monsiváis no está.
El caudillo del sur, a través de su mismo retrato, ha sido testigo de lo que sucede en esa habitación desde hace ya varios años. Se siente cómplice del también autor de Amor Perdido. .
Voltea la mirada hacia arriba, donde está el estante con su imagen. Al lado de él, un busto de plastilina también de él mismo. Le siguen unas veinte figuras de diferentes cosas y manufacturas, todas de él, de Emiliano Zapata. Abajo, en la sección que sigue, algo similar con la imagen de Francisco Villa.
Sigue dando un repaso con la mirada y luego de ver una colección de Superman, Batman, el Sub comandante Marcos y a Marx en diferentes presentaciones, todos en fila; decide apurar el paso, pues escucha que Carlos viene. Una serie de carcajadas delatan al escritor. Monsiváis está hablando por teléfono con alguien sobre el espectáculo de la llegada de Obama a México, sobre su carro blindado, sobre la expectativa y el impactante grupo de seguridad que acompañan al presidente estadounidense.
Está cerca Monsiváis y mientras éste agacha la mirada para sentarse y continuar con su ensayo, Zapata aprovecha para reubicarse en la imagen. De nuevo erguido, repuesto y atento, Emiliano Zapata desenvaina una vez más.

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